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El origen de la Numerología: Pitágoras

  • enero 10, 2016

Pitágoras se puede considerar como el “padre” de la numerología. Muchos son los autores que dudan de  su existencia por la carencia de obra escrita y la opinión de que el personaje sirvió como arquetipo revulsivo de la sociedad del momento. Pero se olvidan del testimonio de Empédocles, contemporáneo suyo que hace mención de Pitágoras comentando su “amor a la sabiduría y sus poderes milagrosos”. Empedócles menciona que Pitágoras sabía más de lo que cualquier otro hombre podría haber aprendido en diez o veinte vidas; tenía el don de transformar el más cruel aprendizaje en una labor transformadora y mística.

Prácticamente todos los biógrafos señalan que el pitagorismo es una especia de “filosofía divina” y una verdad revelada. Sólo podemos elaborar una aproximación a su vida, ya que la verdadera esencia del personaje de Pitágoras, viajero, músico, carismático, chamán primitivo, figura totémica, matemático, filósofo, político y visionario, murió con él, quedándonos sólo una crónica fabulada.

BIOGRAFÍA

Lo que sobre la vida de Pitágoras se sabe con relativa seguridad es lo siguiente. Nació en la isla de Samos, junto a Mileto, en la primera mitad del siglo VI. Fue hijo de Menesarco, tal vez un rico comerciante de Samos. Probablemente viajó a Egipto, Fenicia y Babilonia. A él debe Pitágoras su familiaridad con los barcos, la posibilidad de viajar y los conocimientos de la geografía del Mediterráneo. Volvió a Samos durante la dictadura de Policrates (538-522 a.c.). Hacia 529 a.c. viajó al sur de Italia y fundó en Crotona la fraternidad pitagórica. Murió muy anciano en Metaponto.

Se pueden distinguir tres etapas en su vida: la primera en el mundo griego, la segunda de viajes a Babilonia y Egipto y la tercera en lo que más tarde se llamó la Magna Grecia (Sur de Italia), con un intermedio en Samos entre la segunda y la tercera etapas.

Sobre los viajes a Oriente de Pitágoras existen muchas leyendas que sus biógrafos posteriores narran en detalle. Pero el hecho de sus estancias en Egipto y Babilonia aparece ya atestiguado. Por otra parte el parentesco de muchas de las ideas pitagóricas primitivas, tanto matemáticas y astronómicas como religiosas, delatan claramente el fuerte influjo oriental y egipcio y se puede pensar con confianza que pertenecen al acervo de enseñanzas iniciales de Pitágoras mismo.  El acceso que tuvo al conocimiento de la escritura simbólica y jeroglífica se convertiría más adelante en la base del método simbólico de Pitágoras, que impartía sus enseñanzas mediante símbolos y parábolas.

El secreto, el exclusivismo y el silencio que caracterizaba a los sacerdotes egipcios fueron de una gran influencia en Pitágoras, pudiendo servir como modelo en la propia sociedad secreta que años más tarde fundó. Como ejemplo podemos señalar que los últimos pitagóricos eran tan estrictamente vegetarianos que ni tan siquiera usaban pieles de animales para vestirse. Los sacerdotes egipcios partían de la misma filosofía, vestían con lino y calzaban sus pies con sandalias de papiro.

Pitágoras llegó a Babilonia cuando estudiaba con los caldeos bajo la dirección de un sabio mago iniciado en la religión de Zoroastro, llamado Záratras. Los magos, en aquellos tiempos, eran famosos por sus conocimientos de Astronomía y por el de las drogas. Los ritos de iniciación y de pureza ritual por los que pasó Pitágoras, estaban regidos por compuestos, venenos y plantas; Pitágoras aseguraba que las plantas, además de limpiar el cuerpo y la mente, prolongaban la vida y proporcionaban buena salud.

Según algunas tradiciones, al volver Pitágoras a Samos se le pidió que enseñase sus ideas a sus propios conciudadanos. Al parecer les resultó demasiado abstracto y su enseñanza tuvo poco éxito. Esto, junto con la opresión del tirano Policrates, le debió de conducir a tomar la decisión de emigrar.

En el 529 a.c. Pitágoras se trasladó a la polis (ciudad-estado) de Crotona. Allí llegó Pitágoras con un sistema de pensamiento más o menos perfilado después de su larga experiencia por Oriente y Egipto. La ciudad le pidió que expusiera sus ideas y, según la tradición, Pitágoras dirigió por separado cuatro grandes discursos a los jóvenes, al Senado a las mujeres y a los niños. El contenido de estos cuatro discursos tal como ha sido transmitido por diversos conductos, está lleno de recomendaciones morales de gran perfección, derivadas fundamentalmente de la necesidad de ajustar la conducta humana a los cánones de armonía y justicia que se derivan de la naturaleza misma de las cosas e ilustradas con elementos específicos de la mitología de los habitantes de Crotona. Como consecuencia de este primer contacto surgió, al parecer, no sólo en Crotona, sino en toda Italia un gran entusiasmo por Pitágoras.

LA COMUNIDAD PITAGÓRICA

Los ciudadanos de Crotona propusieron, al parecer, a Pitágoras que continuase su labor de formación moral e intelectual de jóvenes y adultos. Los esfuerzos de Pitágoras se debieron de centrar, en lo que concierne a la formación personal completa, en los jóvenes a quienes encontró más flexibles y con más capacidad de absorber el espíritu pitagórico plenamente. Puesto que su sistema de pensamiento estaba basado en el descubrimiento y contemplación de la armonía del cosmos y a ello se habría de llegar muy fundamentalmente a través de la introducción en consideraciones científicas, muy difíciles para los más adultos, ocupados en los asuntos de la ciudad, estableció de modo natural dos formas distintas de enseñanza.

Dos distintas clases de miembros, los matemáticos (mathematikoi, conocedores) es decir los iniciados a quienes Pitágoras comunicaba los conocimientos científicos a su disposición y los acusmáticos (akousmatikoi, oidores) que participaban de los conocimientos y creencias, de los principios morales, ritos y prescripciones específicas de la hermandad, si bien sin conocer en profundidad las razones de su credo y su proceder.

Pitágoras impartía sus enseñanzas a través de un velo o cortina. Sólo un grupo muy reducido de miembros selectos de su círculo interno era apto para verle y escuchar sus palabras. Tenía a los aspirantes 3 años en observación para probar su estabilidad, el deseo de aprender y comprobar si estaban preparados para rechazar el éxito mundano; después imponía un silencio de 5 años, para prepararles para el secretismo riguroso que se les exigiría más adelante. Pitágoras ejercía un totalitarismo espiritual e intelectual sobre sus discípulos; era silencioso, no expresaba sus sentimientos, nunca reía o lloraba , observaba siempre el más estricto autocontrol y nadie le vio jamás en actitudes sexuales ni realizando funciones fisiológicas. Evidentemente todo ello respondía al deseo de que se le considerase “sobrehumano”.

Los pitagóricos primitivos estaban profundamente familiarizados con el pentágono regular. Según parece el emblema que les servía para reconocimiento mutuo era el pentagrama, es decir la estrella de cinco puntas formada por las diagonales de un pentágono regular. En sus cinco vértices solían colocar las letras de la palabra ugieia, salud.

ARMONÍA DEL COSMOS

Pocos filósofos y muchos menos han sido los científicos que hayan sabido encarnar sus enseñanzas con elementos sensibles con tanto acierto como Pitágoras. La famosa armonía de las esferas de la enseñanza pitagórica primitiva era mucho más profunda que la mera conjetura de la consonancia de las notas que los astros producen en su movimiento. Para Pitágoras la visión fundamental consistió en que el universo es un cosmos, un todo ordenado y armoniosamente conjuntado. El destino del hombre consiste en considerarse a sí mismo como una pieza de este cosmos, descubrir el lugar propio que le está asignado y mantener en sí y en su entorno, en lo que está de su parte, la armonía que es debida de acuerdo con el orden natural de las cosas. Fue el primero en considerar la tierra como un globo que gira junto con otros planetas alrededor de un fuego central.

La armonía cósmica entendida en este sentido fue probablemente una audaz conclusión de madurez a la que Pitágoras llegó a través de la observación de la congruencia de sus consideraciones científicas sobre números, figuras, notas musicales, con las ideas orientales sobre el alma, los astros y la divinidad.

Los números constituían el armazón inteligible de las formas en la aritmética figurativa de los pitagóricos, construida por ellos mediante piedras (psefoi, cálculos). Pitágoras encontró en los números el primer principio del universo.  Interpretaron el orden armonioso de todas las cosas evidenciándolas como cuerpos moviéndose de acuerdo a un esquema numérico.

Pitágoras fue el primero en investigar y descubrir los pilares matemáticos de la música. Entendía la música como el nexo de unión entre el hombre y el cosmos. Veía el cosmos como una extensa relación armónica hecha de pequeñas relaciones que cuando se juntaban, formaban lo que se podría denominar la armonía cósmica audible para él.  Las series 1, 2 3, y 4 constituían la base de la música pitagórica, pero además, conformaban el símbolo sagrado Tetraktys. Para los pitagóricos el número 4 que consistía en los primeros cuatro enteros, era llamado Tetraktys. El 1, el 2, el 3 y el 4 suman 10 y 10 era el número más perfecto; si sumamos ambos dígitos nos dará el número 1 como resultado, es decir la mónada, o lo que es lo mismo el origen y el fin de todas las cosas.

Al mismo tiempo los números desvelaban las proporciones que regían las consonancias musicales. ¿No era natural ver en el número el principio inteligible a través del cual el cosmos divino gobernado por el espíritu manifestaba al hombre su armonía interna?.  La música era a la vez entre los pitagóricos el símbolo de la armonía del cosmos y un medio para lograr el equilibrio interno en el espíritu mismo del hombre. Su instrumento preferido era la lira y  fue un excelente compositor y cantante.  Mantenía que el movimiento de las esferas da origen al sonido musical, la llamada armonía o música de las esferas. Tenían la teoría de que si los sonidos pudiesen expresarse en términos numéricos, la vibración o el tono que emitiría el conjunto planetario en el momento del nacimiento de un individuo influenciaría a este y marcaría tanto su carácter como su destino en la vida.

La armonía, como hemos visto anteriormente, está en el corazón mismo del pitagorismo. La música era el método de elevación y purificación del alma y al mismo tiempo objeto de contemplación intelectual que revelaba, con sus congruencias expresables mediante relaciones numéricas, la armonía más profunda del cosmos.

Pitágoras fue el primero en crear una educación musical por medio de ciertos ritmos y melodías. Así obtuvo curas en casos de mal carácter y de las pasiones de los hombres y restableció a su orden original la armonía de las facultades psíquicas. A partir de estas melodías también diseñó formas de controlar los males del cuerpo… Fue el verdadero iniciador de la Musicoterapia.  Para componer empleaba un método divino de dimensiones arcanas e insondables. Concentrando sus oídos y su mente, se sumergía en las corrientes armónicas del cosmos.

INMORTALIDAD DEL ALMA

Porfirio resume las enseñanzas de Pitágoras en estos cuatro puntos:

(1) Que el alma es inmortal.
(2) Que las almas cambian su lugar, pasando de una forma de vida a otra.
(3) Que todo lo que ha sucedido retorna en ciertos ciclos y que no sucede nada realmente nuevo.
(4) Que hay que considerar todos los seres animados como emparentados entre sí.

Este aspecto de la filosofía pitagórica aparece fuertemente emparentado con la mentalidad del orfismo, un movimiento religioso que, probablemente viniendo de oriente, se instaura en Grecia empezando por Tracia en siglo VI a. de C. La Grecia anterior al siglo VI tenía en los libros homéricos un equivalente de las escrituras sagradas de otros pueblos. El pensamiento de un alma inmortal es totalmente ajeno al espíritu griego antiguo. Pero al parecer esta situación cambió radicalmente a partir del siglo VI, muy posiblemente bajo la influencia de multitud de movimientos religiosos que procedentes de Persia, de la India y de Egipto, se asentaron en el mundo griego. De hecho el panorama de creencias religiosas es totalmente diferente en el siglo IV a. de C. El orfismo tenía a Diónisos como dios y a Orfeo como su sacerdote, reuniendo cierto sentido místico con una ascética de purificación. El espíritu humano procede de otro mundo y se encuentra como desterrado en este, encadenado al cuerpo por la sensualidad. Existe un mundo de acá y otro de más allá y la vida debe vivirse como una fuga de lo terreno.

Al parecer, en el modo de vida de los pitagóricos primitivos la metafísica como tal era poco importante. Lo que verdaderamente importaba era la vida pura, concretada en la armonía del alma con el cosmos, que habría de concluir con la liberación del alma del círculo de reencarnaciones.

Pitágoras inculcó a sus seguidores la liberación del alma a través de la música. Pensaba que la armonía cósmica se trastornaba cuando el alma entraba en el cuerpo y con su música corregía el daño producido por el elemento corpóreo. Por medio de sus melodías, con su voz y su lira, preparaba a sus discípulos para el día en que debieran reunirse con el coro de los eternos y la música cósmica.

VIGENCIA DEL PITAGORISMO

La estela del pitagorismo en la historia del pensamiento científico es incomparablemente más brillante y duradera que la de cualquier otro movimiento. La fe pitagórica en la tarea humana de entender el cosmos es la misma que ha inspirado toda la actividad científica a lo largo de más de 25 siglos. Es llamativo observar cómo a través de un período tan dilatado las armonías del cosmos que impresionaron tan hondamente a Pitágoras y a sus discípulos han sido capaces de seguir admirando y atrayendo la capacidad contemplativa de los hombres de tantas épocas distintas. Pitágoras se apoyó en el sentimiento religioso de la época para constituir una síntesis científico-religiosa de una gran capacidad de pervivencia. Platón, con su profundidad filosófica y su incomparable sensibilidad estética se hizo vehículo de transmisión de una gran porción del núcleo de pensamiento pitagórico. El espíritu pitagórico, incluso con fervores que emulan los de las primitivas comunidades griegas, ha aparecido en momentos y personas que representan verdaderos puntos de cambio de rumbo en la evolución del pensamiento científico.

El A.N. Whitehead, cierra así su capítulo sobre las matemáticas en la historia del pensamiento en su obra Ciencia y el Mundo Moderno: «Verdaderamente Pitágoras, con su fundación de la filosofía europea y de la matemática europea, la dotó con la más afortunada de las conjeturas ¿o acaso fue un resplandor de genio divino que penetró hasta la naturaleza más íntima de las cosas?».

Pitágoras parece ser el compañero con el que nos gustaría encontrarnos cuando atravesemos la delgada línea que señala la vida de la muerte. Y ya en el otro lado, superadas las reencarnaciones, vividas todas las vidas, con el espíritu destilado una y otra vez. Y entonces poder compartir un pequeño rincón con “el maestro”, haciéndonos un lugar tras la cortina, escuchando su silencio, mirándole a los ojos y comprendiendo, al fin, una pequeña parte de la grandeza del espíritu.

Manuscrito medieval de Astronomía y Medicina .-1450/ 

Morgan Library & Museum. Nueva York

 

 

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En el Observatorio…

...mientras muevo el objetivo buscando en el exterior descubro nuevas siluetas que me sorprenden.
Con su potente lente las siluetas se vuelven enormes y cercanas, llenando este espacio como un caleidoscopio multicolor de símbolos y significados que crean simetrías inesperadas.


En el Observatorio no hay reloj, el tiempo parece haberse detenido, todo está presente y todo permanece.

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